Los pueblitos de nuestra serranía encierran siempre esa magia, ese cuadro encantador que convoca a la infancia perdida, esa que vivimos o esa que vimos bien de lejos... O aquella de los cuentos de la abuela bajo el fogón, entre la leña que consume lo que fue y no será más... siempre quise aprender a jugar trompo!!!
Me acuerdo que, en una comunidad que nos llevaron, en la vía a Macas. Mi padre se acercó a tres niños que estaban jugando a las canicas, creo que en la esquina de uno de los recintos que acogía la escuela. Y sí, la canica no era como el trompo, pero fueron la metáfora perfecta de nuestra naturaleza primigenia: seres con curiosidad y pleno potencial para disfrutar con las pequeñas cosas. De mayores, el desarrollo es cosa del azar o del sistema. Me gustó observar el trompo como pieza clave de la acción, sostenida.
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Los pueblitos de nuestra serranía encierran siempre esa magia, ese cuadro encantador que convoca a la infancia perdida, esa que vivimos o esa que vimos bien de lejos... O aquella de los cuentos de la abuela bajo el fogón, entre la leña que consume lo que fue y no será más... siempre quise aprender a jugar trompo!!!
Me acuerdo que, en una comunidad que nos llevaron, en la vía a Macas. Mi padre se acercó a tres niños que estaban jugando a las canicas, creo que en la esquina de uno de los recintos que acogía la escuela. Y sí, la canica no era como el trompo, pero fueron la metáfora perfecta de nuestra naturaleza primigenia: seres con curiosidad y pleno potencial para disfrutar con las pequeñas cosas. De mayores, el desarrollo es cosa del azar o del sistema. Me gustó observar el trompo como pieza clave de la acción, sostenida.
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